Inteligencia
colectiva en los huertos urbanos.
Hablar
de alternativas a las múltiples crisis que vivimos hoy en día, es
un tema caótico como muchos en la posmodernidad, pues como muchos el
debate teórico es muy extenso y frustrante, pues las soluciones
resultan afectando o la sociedad o la naturaleza. Pues aunque resulte
un poco ambiguo el debate entre ecologistas, biólogos y economistas
los problemas de cambio climático, contaminación del agua aire y
tierra, así como devastación de la biodiversidad, es un tema que
compete a todos y no a unos cuantos teóricos, que pretenden una
solución a nivel macro. La cereza del pastel está desde múltiples
dimensiones, en la forma de vida del humano, le guste o no a los
atropocentristas modernos, pues tangente social irrumpe el círculo
vital natural, ya está dominada por un sistema, el capitalismo.
Este
sistema da origen una sociedad de consumismo o consumo a gran escala
que compromete seriamente los recursos naturales, pues capitalismo
desde un inicio adopto el dominio de la naturaleza, forjado en las
ideas provenientes de occidente, de las formas de vida, del
antropocentrismo Europeo que fue heredado a diversas Economías-Mundo
durante el proceso de expansión del capitalismo. Este dominio de la
naturaleza está arraigado en el homo sapiens, el homo civilizado
separado de la relación con un ecosistema, con un lugar verde, con
un sistema vivo. Esta separación ha perdurado a lo largo de los
siglos hasta nuestros días. Ese dominio implantado nos hace ajenos a
lo natural, a lo vivo a lo verde.
Para
este siglo las dinámicas sociales cambiaron, un siglo que sorprende
a académicos de todas las ciencias, un siglo caótico y sin una
línea, un siglo que pretende ser moderno pero los pilares de la
modernidad han decaído. Un siglo que olvido lo aprendido en lo
pasado sobre crisis ecológica. Al hablar de este siglo, es hablar de
lo que somos hoy, de lo que vivimos hoy, de lo que enfrentamos hoy,
pensando en la crisis ecológica que se viene suscitando desde una
estructura de pensamiento, ya viene implantado en cada uno de
nosotros el dominio de la naturaleza.
La
experiencia, en lo académico y en este siglo ha enseñado a muchos
que la solución a muchos problemas ecológicos, no está desde los
intelectuales orgánicos formulando nuevas teorías y tratando de
resolver agendas de políticos corruptos. Esta en la mirada de nuevos
grupos sociales que se forman desde la sociedad civil, que desde mi
punto de vista emerge como un titán usando de herramienta al hades
llamado internet. La construcción colectiva o inteligencia colectiva
término que lo maneja Pierre Lévy para la construcción de
conocimiento en común, es un término que se adecua a las nuevas
formas de sobrevivir a este mundo caótico, desde foros hasta redes
sociales, desde tiempos de crisis y tiempos de auge, es algo que es
inherente al capitalismo, existan diferencias o no, aquí lo
interesante es que internet le da fuerza.
Estas
formas de conocimiento, aparecen ocultas en los espacios tangibles de
la ciudad, lugares que parecen mágicos a la mirada del transeúnte
ordinario. En la ciudad de México existen lugares en la roma, en la
condesa, en Iztapalapa, milpa alta o Xochimilco, lugares o espacios
que comparten una cosa, son espacios llenos de verde en una ciudad
gris, espacios de comunidad y de autonomía, espacios de armonía con
lo natural con lo verde.
Los
huertos urbanos se han concebido como espacios que permiten cultivar
alimentos propios, además de formar espacios verdes y de recreación
colectiva, desde la convivencia con la familia nuclear hasta con los
vecinos. En ese mundo globalizado, el huerto urbano es una
alternativa de vida y de espacio a las ya grandes ciudades del mundo
y un complemento con la vida ecológica.
He
aquí una pequeña muestra, que comparto desde mi jardín, pues lo
teórico ya citado, me remite a un circulo vicioso del cual quiero ya
salir. Un pequeño huerto urbano, que sin más e decidido formar con
los recursos que tengo, mi herramienta principal, internet e
imaginación. Junto a ellas un conjunto de pensamientos que permitan
mejorar mi nivel de vida y el de las personas que me rodean. Hay
tantas ideas en internet y redes sociales de cómo empezar uno, desde
el lugar y materiales, hasta el tipo de plantas, que se va a
consumir.
Aunque sé que me meto en campos desconocidos de algunos biólogos, Economistas Ecológicos, decretistas y otros Marxistas ortodoxos, creo que el huerto urbano junto a otro tipo de prácticas no académicas y más enfocadas a lo social, puede ser una verdadera alternativa a un cambio pequeño y si se fomenta a partir de una institución o una ONG, podría darle soluciones a uno de los grandes problemas en esta ciudad y en otras, la contaminación del aire, agua y suelo, además de proveer biodiversidad en un espacio pequeño. La construcción de alternativas no niega lo establecido, lo estudia, lo analiza y lo transforma.
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